El Marrón del bus

05.11.2013 00:00

El tiempo pone a cada cual en su lugar y en el conflicto del bus urbano lo estamos viendo tan descarnadamente, como si de un chungo striptease se tratase. No pasa día sin que algo le dé vida o una chirriante vuelta de tuerca a lo que debió ser una razonable, a la vez que deseada, transición de la contrata del bus hacia una nueva forma de entender el servicio público de transporte urbano en autobús.
Creemos que aún estamos a tiempo, pero debió hacerse de forma integrada con la nueva concepción de ciudad que se pretendía con la llegada del Tranvía, esto es, creando una nueva red que se complementase con el tranvía y no que compitiese con él, como ha ocurrido. La reordenación se ha entendido, no como una adecuación de la oferta de movilidad a los ciudadanos, sino como una simple sustitución, acompañada al compás de los tiempos que corren, por un recorte en el servicio de bus, para cuadrar las cuentas municipales. Creemos que ha sido una completa torpeza hacer coincidir la puesta en marcha del tranvía, con la reordenación, los recortes y la renovación de la contrata. Semejante mix no tenía ni siquiera un buen agosto que lo hiciera digerible.
En lo que de verdad nos compete más directamente, es conocido que una parte de los trabajadores constituimos una Cooperativa para optar a la nueva contrata, la Sociedad Cooperativa Urbana de Trabajadores (SCUT), con el doble fin de mejorar el servicio que se estaba prestando al ciudadano (entendíamos que eso no era nada complicado) y, sobretodo, fomentar el factor humano, lo más importante del cooperativismo, garantizar todos nuestros puestos de trabajo y la calidad de los mismos, evitando, con ello, que de un servicio público esencial se haga un gran negocio cuyos beneficios se van muy lejos de nuestra ciudad.
Ya entonces, nos imaginábamos que Tuzsa-AUZ o quien al final fuese (es un decir), aprovecharía para dar un hachazo a nuestros derechos socio-laborales y para seguir precarizando nuestros puestos de trabajo con más externalizaciones o abuso de las horas extras. Visto lo visto, no andábamos muy descaminados, aunque nadie pensaba que al día siguiente de obtener la concesión, incumpliría ya sus obligaciones contractuales con sus trabajadores. ¿O alguien estaba ya al corriente? También es conocido, porque ya lo hemos contado, que el Ayuntamiento, por boca del sr. Gimeno, nos llegó a decir que nuestros temores eran infundados porque nuestra estabilidad ya la garantizaban los pliegos (lo cuadró, el concejal).
Después de haber preguntado por registro qué sabía el Ayuntamiento de la venta posterior a ADO, de los incumplimientos de la empresa concesionaria en materia laboral (despidos, inaplicación del convenio) y de servicio (solo las horas extras, los cambios obligados de descansos o de vacaciones permiten sacar casi o todo el servicio contratado), vemos con cierta desesperación y desencanto, que los pliegos no es que estuviesen
hechos a medida, es que ni siquiera el premiado con la concesión ha necesitado ponerse el traje.
Hay que hablar claro. Si la empresa finalmente adjudicataria tenía 20 días para constituirse en una nueva S. A., ya podemos entender porqué. La condición contractual de una ser una empresa que acreditase ciertos requisitos de gestión en el trabajo a desempeñar, ADO no la cumplía. No hace falta ser un lince para entender que había que desligar la empresa que optase al concurso, de la que se hiciese cargo de la concesión. Justo el requisito que los trabajadores no cumplíamos. Cumplíamos con el primordial, porque podemos acreditar experiencia en la gestión y cumplimiento de los objetivos que los ciudadanos demandan de este servicio; pero, al igual que ADO, no éramos los titulares de dicha gestión.
No llegamos a entender cómo AUZ insiste una y otra vez en que no le resulta rentable y ¡¡el Ayuntamiento se lo cree!! Uno de los grupos económicos que "nos tentó", nos decía, con cierta vehemencia, que este era el tipo de negocio que los inversores quieren: "no hay competencia comercial y puedes hacer los números que quieras, pero al final, donde las sumas y restas, el beneficio es de un 8 %"
Evidentemente, no hicimos caso de las tentaciones que desvituaban nuestro proyecto de solución social global que pretendíamos con la cooperativa. No aspirábamos a ganar dinero, sino a garantizar nuestra estabilidad laboral, a que los posibles beneficios directos se empleasen en mejorar el servicio y los indirectos en colaborar en la economia de nuestro entorno, y a que el servicio al cliente mejorase como todos quisieramos. No se olvide que el grado de satisfacción del profesional es directamente proporcional a la satisfacción del usuario del servicio prestado. Un servicio como el nuestro, que requiere atender al usuario con comodidad, puntualidad y rapidez, era imposible con el tan denostado pago a la concesionaria por km recorrido. Hoy los pliegos prevén éste y otros parámetros: calidad, n° de viajeros, grado de cumplimiento de las frecuencias de paso, etc.; pero, creánnos, nadie, absolutamente nadie de la dirección de la empresa, nos explicado a los trabajadores cómo cambiar el chip que mejore la percepción de los usuarios sobre nuestro trabajo.
Por último, creemos que el Ayuntamiento debe rescatar la contrata y penalizar a una concesionaria que no ha sabido valorar lo que los ciudadanos de Zaragoza ponían en sus manos, para, a continuación, gestionar directamente el servicio con la colaboración total de los trabajadores. No queremos ser funcionarios ni carga alguna para los ciudadanos. Solo queremos seguir desempeñando nuestro trabajo con dignidad y con la profesionalidad que requiren los usuarios del mismo.

Julio Murillo Miranda
Presidente de la SCUT